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22 Luego los cascos de los caballos martillaron el suelo:
    el galope resonante de los poderosos corceles de Sísara.
23 “Que sean malditos los habitantes de Meroz—dijo el ángel del Señor—.
    Que sean completamente malditos,
porque no vinieron para ayudar al Señor,
    para ayudar al Señor contra los poderosos guerreros”.

24 »La más bendita entre las mujeres es Jael,
    la esposa de Heber, el ceneo.
    Bendita sea más que todas las mujeres que viven en carpas.

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